Tenía los ojos rojos de llorar, ya no tenía apetito y se le esfumaron las ganas de todo. Lo único que conseguía apreciar eran esos Sugus de fresa, su sabor siempre era el mismo al igual que ese sabor de amargura que la penetraba por cada arruga de sus sábanas. Ríos de tristeza recorrían sus delicadas mejillas, los cuales se convertían en salados mares que decían su último adiós en sus secos y agrietados labios. Secos porque la saliva de él hacía días que nos los humedecía…
Castigada en la soledad de una esquina de la que nunca podrá escapar, frotándose los ojos esperando despertar en otra realidad.
Pequeños sentimientos escondidos en un pequeño corazón: Jennifer Custodio
Uau..
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