miércoles, 14 de septiembre de 2011

Desayunando momentos para poder soñar contigo.



Desayunando tus miradas, oliendo tus sábanas, bebiendo tus palabras, tragando tus besos y sintiendo tus caricias para poder despertar en el abismo de tus brazos, envolverme en tu cuerpo y soñar con la infinidad de tus recuerdos.

Yo lo que quiero es desayunar momentos para poder soñar contigo...

lunes, 12 de septiembre de 2011

Suspendida en una cárcel de recuerdos.






Tenía los ojos rojos de llorar, ya no tenía apetito y se le esfumaron las ganas de todo. Lo único que conseguía apreciar eran esos Sugus de fresa, su sabor siempre era el mismo al igual que ese sabor de amargura que la penetraba por cada arruga de sus sábanas. Ríos de tristeza recorrían sus delicadas mejillas, los cuales se convertían en salados mares que decían su último adiós en sus secos y agrietados labios. Secos porque la saliva de él hacía días que nos los humedecía…

Castigada en la soledad de una esquina de la que nunca podrá escapar, frotándose los ojos esperando despertar en otra realidad.




Pequeños sentimientos escondidos en un pequeño corazón: Jennifer Custodio

Esas imágenes con vida.



 La fotografía posee numerosas definiciones, ¿ pero cual es la correcta? O ¿ cual es la única?. La respuesta correcta es ninguna, la fotografía puede ser tantas cosas que carece de una única respuesta correcta y verdadera. No tiene definición porque cada una de las imágenes que cada uno de nosotros vemos, tienen en cada persona un efecto e interpretaciones diferentes. Lo que consigue la fotografía es despertar emociones o sensaciones que desconocíamos hasta llegar al punto de hacernos reflexionar con una simple mirada. 


Si descomponemos la palabra foto-grafía, obtenemos como significado escribir con luz. La fotografía es el arte de escribir con la luz, un arte que desde que fue descubierto ha ido adquiriendo un auge indescriptible por lo que la fotografía nunca se convertirá en un
arte efímero. Con un “click” nos proporciona una imagen inmortal, una cantidad de impresiones y exaltaciones incontables con los dedos de la mano. 



La foto sepia de los que están ausentes
del tiempo en un instante detenido,horizontes lejanos, aún presentes que la distancia anula hasta el olvido. En el álbum conservo la memoria:El alba, el ocaso, el universo,el eco sostenido de la historia tras el ojo en fusión a lo diverso. Sobre el cristal, visor de la mirada como un relámpago en la noche quedo,así dejo la magia contemplada sobre un papel la imágen de la vida; lento y fugaz, aventurado el dedo pulsó la idea en la forma compartida. 







Pequeñas reflexiones y pequeños poemas para pequeñas personas: Jennifer Custodio

domingo, 11 de septiembre de 2011

La construcción de la destrucción.

Desde el Origen la vida clama el llanto
y rompe su placenta hacia la luz incierta
donde la savia busca el descarnado canto
como carne de otoño sobre la llaga abierta;

el viento encierra en su latente geometría 
la edad arrinconada que desnuda se estremece
y no importa si espiga o rosa en fragante melodía
si en materia final la muerte se enardece.

No existe la edad para el amor o ser amado
al infinito animal que en el espacio inerte  
en turbadora orilla de Caronte enajenado;

un instante es condena en rostro del espejo
que la sombra que pasa espera misma suerte
como el lujo arrogante pasión de su reflejo. 

Porque somos al surco semilla de ventura,
la mano que resurge de un niño envejecido
desde la ciega sed donde habita el ansia oscura.




Mis pequeños poemas para pequeñas personas: Jennifer Custodio










sábado, 10 de septiembre de 2011

Sueño eterno.


Ésta historia o cuento, comienza con esa frase tan acogedora y familiar para nuestros oídos… Érase una vez una chica que vivía en soledad en su pequeño apartamento, en realidad no tenía por costumbre salir de su habitación por lo que el resto de la casa perdía toda importancia. Su día a día se sucedía por lo tanto en su habitación. Supongo, que os preguntareís por qué… Desde pequeña ella no tenía algo tan común, simple y esencial de lo que todos disfrutamos; ella no sabía soñar. No sabía lo que era el sueño, no conocía esa sensación, desconocía las pesadillas o los sueños de cuentos de hadas. Ella tenía una enfermedad que nunca supieron remediarle, padecía un insomnio permanente, ella no podría dormir nunca.
Los especialistas no entendían porque razón podía sobrevivir sin dormir, una persona normal sería incapaz de soportarlo. Ella poseía ese “don”, en todos los sentidos ella era especial.



Las 11 de la noche, otro día mas, otro horrible día mas para ella, para ella las horas carecían de sentido, todas las horas eran solo números, a ella no le limitaban, no le importaban, no vivía con estrés, no podía tener obligaciones; ella sentía que no era nadie. La única obligación que tenía era alguna vez poder soñar y aliviar ese cansancio… Las 12 de la noche, otra estúpida hora mas, la 1 de la madrugada, las 2 de la madrugada, las 3 de la madrugada… Las horas se acumulaban, los días también eran inexistentes en su vida. Como si de un contorsionista se tratará, buscaba mil maneras de las que poder descansar o conseguir dormir, lo que ya consideraba imposible. Sus intentos eras desesperados, el cansancio invadía todo su ser. En ocasiones, su agotamiento era tan fuerte que aunque no os lo creáis, sujetaba sus párpados con cinta adhesiva. Sus retinas eran más frágiles que el cristal. No sólo sus ojos eran los que no aguantaban más, ella tampoco. Estaba desesperada, ya no tenía fuerzas para nada. Los días seguían transcurriendo en su vida como os he contado, sin poder dormir, sin poder vivir…
Ella llevaba mucho tiempo pensando en la posibilidad de que si nunca conseguía soñar, quizás dejaría de existir. Era una posibilidad muy trágica y dolorosa, pero era una posibilidad. Ese miedo a la muerte la estaba contagiando, y sentía que su cuerpo no podría soportar más su enfermedad, el sueño la estaba alienando. Debido a su angustia, una mañana decidió salir de casa. Antes de que le ocurriera algo, pensó que le gustaría tener una foto suya para que la gente la recordarse, ya que no tenía ninguna actual. Ella pretendía ser el olvido que se convirtiese en memoria. En su estado era una locura, hacía años que sus pies no pisaban una acera, que la brisa no rozaba su pálida tez, que no escuchaba el mundanal ruido. Todo era extraño para ella.
Se vistió, se acicaló, bajo las escaleras y salió a la calle. Le bastaba con dar cinco pasos y cruzar la calle, que es donde se encontraba el fotomatón. Rebuscó en su bolsillo y sacó el dinero, ya no recordaba la última vez que lo había utilizado. Entró y se sentó dentro del fotomatón, introdujo las monedas y se dispuso a poner su mejor cara para aquellas fotos, que quién sabe podrían ser las últimas. Empezó la cuenta atrás 3, 2, 1…
De repente, la máquina emitió un potente flash, era cegador. Ella no veía nada. Cuando consiguió recobrar la vista, salió del fotomatón volvió a cruzar la calle y entró en casa. Estaba aturdida, desconcertada; ella desconocía lo que había ocurrido. Solo sabía que se sentía distinta, diferente. No tenía esa sensación de cansancio, sentía que una dósis de vitalidad se apoderaba de ella. Ella era otra persona. Se encerró como de costumbre en su habitación, pero había algo que no encajaba. No quería, no tenía esa necesidad de estar enclaustrada en esas cuatro paredes. Necesitaba salir, quería disfrutar. Se dispuso a volver a la calle, se sentía feliz, no notaba el cansancio en sus párpados, tenía ganas de andar, de correr, de reír… Ansiaba realizar todo lo que le había sido imposible hacer durante años; ser una persona normal. Ahora podía soñar en todos los sentidos.
Cogió el bolso y cúal pájaro puesto en libertad, huyó a la calle. Para ella, era como nacer, tenía mucho por descubrir, mucho que sentir. No comprendía como había sucedido aquello, como ahora era una persona normal. Desconocía lo ocurrido en el fotomatón cuando la ráfaga de luz la dejó sin algunos minutos de visión. ¿ Se trataba de un milagro? ¿ Se había curado?. Ella no lo sabía, lo único que le importaba era poder gozar de la situación que se le presentaba.
Las horas ahora comenzaron a recobrar su sentido, las dos de la tarde era la hora de comer, las doce la de dormir. Sí, ella logró dormir supo lo que era tener pesadillas o sueños de cuentos de hadas, descubrió la sensación de madrugar, el olor del café por las mañanas, levantar la persiana dejando que los rayos de luz alumbrasen su habitación… Todas esas cosas tan frecuentes en cada uno de nosotros eran para ella un regalo divino.
Ella amaba la rutina, amaba el poder hacer cosas; todo de lo que nosotros nos quejamos ella lo apreciaba, no quería perderlo.
Un día cualquiera en su ahora fantástica vida, ella se encontraba agotada; pero ahora no era por la falta de sueño sino porque gastaba sus fuerzas en realizar tareas; decidió tumbarse a descansar. Poco a poco sus delicados ojos fueron cerrándose. En cuanto sus ojos se plegaron una luz intensa tan semejante a la del fotomatón la dejó atónita.
De nuevo, ignoraba lo ocurrido. Inexplicablemente, apareció sentada en el fotomatón. Asustada, se incorporó y se dispuso a salir del fotomatón. Algo había cambiado, notaba que volvía a ser la de antes, notaba que volvía a ser esa chica sin vida, aquella chica que carecía de todo. Entonces, todo lo que había vivido, aquellas sensaciones tan gratificantes…¿ eran mentira, no habían sido reales? Ella había soñado.
Antes de cruzar la calle, se percató de que se le olvidaban sus fotos. Retrocedió la mirada y las cogió. En éstas se reflejaba la chica sin sueños, era la imagen latente de esa chica que no tenía ya ilusiones ni esperanzas. No quería volver a ser ella nunca más.
Cruzó la calle y se dirigió a casa, se encerró de nuevo en su habitación. Volvía a sentirse agotada y somnolienta, el insomnio eterno había regresado. Las horas retomaron su anterior significado insignificante, al igual que los días, meses y años.
Todo lo experimentado durante ese tiempo en el que sucedió aquel “milagro” le había proporcionado lo que deseaba desde siempre y la única manera de recrearlo, es decir de revivirlo era soñando de nuevo. Necesitaba, tenía que conseguir dormir.
No perdía nada, al contrario ganaría lo buscado. Ella se acostó, reposó su débil cuerpo, se recogió, agarró a su compañero de “celda” y se acurrucó entre las ásperas sabanas. Con la mirada perdida en el abismo, comenzó a entornar sus fatigados ojos. Un poco más, un pelín más… Sus párpados estaban ahora sellados. Había llegado la hora, era la hora de su sueño eterno.




viernes, 9 de septiembre de 2011

Esa sintaxis compleja que me aniquila.

Ahora, en este mismo instante, en este mismo segundo, en este mismo minuto y a esta misma hora; tras buscar a esos hechos transparentes o a esas personas inexistentes a quienes culpar, he llegado a una simple y clara conclusión: "¿Cómo puedes llenar un vaso sin fondo?, ¿Cómo puedo hastiarme de algo de lo que carezco?". Engaño, igual a falsificar la realidad. Qué fácil es jugar y que difícil ganar... Hoy me siento vacía, ¡qué digo hoy!. Cuánto tiempo habré soportado esa ausencia que es como el hambre golpeando tu estómago.
Hoy, soy una persona buscando su cobijo. Hoy soy, como ese vaso sin fondo...